¿Quién podrá defenderme?

Humberto GarcíaMuchos lagos y lagunas permanecen en la memoria histórica, ayudados por la leyenda que se va tejiendo con el cruce de realidad y fantasía, volviendo más atractiva su biografía.

Entre nosotros tenemos la leyenda del Dorado que se escenificó en la Laguna de Guatavita. La narración dice que, en la ceremonia de transmisión del mando de un nuevo cacicazgo, había un ritual que consistía en el ingreso de la nueva autoridad a la laguna, desnudo, dicen unos que, transparentado de un velo de oro en polvo y con algunos objetos de oro y esmeraldas en sus manos, que seguramente le ayudaban a mitigar su desnudez.

Este lago no tendrá las credenciales históricas de la laguna de Guatavita y la laguna de Pedro Palo, pero está construyendo su historia paso a paso

Alrededor estaban los súbditos que portaban sus ofrendas en oro. Luego el cacique abordaba una balsa que lo llevaba al centro de lago, allí lanzaba su cargamento del metales y piedras preciosas.

La evidencia de las riquezas sumergidas en esta laguna son pocas. Lo cierto es que su búsqueda será eterna. En el siglo XVI se exhibieron algunas piezas extraídas de la laguna. Otro hecho curioso, en torno a la laguna, es el boquete que se presenta como una cicatriz que recuerda la acción de los que creyendo en la leyenda quisieron vaciar la laguna para rescatar los tesoros sumergidos. Hoy es un parque protegido y abierto a los visitantes que llegan a disfrutar de la bella naturaleza y a constatar lo verosímil e increíble de su historia.

En nuestra Región del Tequendama también tenemos nuestros saltos y lagunas con sus respectivas leyendas. Es el caso de la laguna de Pedro Palo que fue un sitio de pagamento para los muiscas. Una de las tantas leyendas que hay es que el indio Pedro, fue hecho prisionero para que revelara el secreto del oro que guardaba la laguna. Pedro desapareció de su reclusorio y luego fue visto por sus carceleros en el espejo de agua de la laguna sobre un palo. Hoy esta laguna está protegida en una reserva forestal, con la participación activa de propietarios privados que con generosidad hacen un gran aporte al medioambiente.

A 60 kilómetros de Bogotá, está ubicado el municipio de La Mesa, Cundinamarca, en su ingreso por la calle 8 está el barrio Marsella, un barrio con unas casas acogedoras acompañadas de un parque amigable, que además de frondosos árboles tiene un hermoso lago. Este lago es un pequeño mundo donde viven pececitos, ranas, renacuajos y otras especies que dan riqueza al ecosistema.

Este lago no tendrá las credenciales históricas de la laguna de Guatavita y la laguna de Pedro Palo, pero está construyendo su historia paso a paso, acompañado de las personas que viven a su alrededor, comprensivos del mal momento que está viviendo el lago y promoviendo la conciencia y la acción para aplicar los primeros auxilios ambientales y comprometerse con el acompañamiento permanente al lago y al parque y puedan seguir siendo un hábitat importante y un escenario privilegiado para la contemplación de la naturaleza en La Mesa.

Desde hace unos meses el lago Marsella viene acentuando unos síntomas que dan información de su mal estado: sus aguas están siendo contaminadas por las alcantarillas, los seres vivientes del lago están muriendo. El parque que contiene el lago también se está enfermando. Muchos de sus árboles son “muertos en pie”, el follaje de los muchos árboles está afectado por plagas y requieren un control biológico.

La situación más preocupante es que los cuidadores del parque Lagos de Marsella, – por derecho propio, por vecindario, por conciencia socio-ambiental- están agotados. No por la responsabilidad que implica el cuidado de un importante nicho ecológico como este; sino por el abandono de las entidades que deberían estar animando y acompañando esta tarea: Corporación Autónoma Regional – CAR-, Aguas del Tequendama, Alcaldía de La Mesa; entre otras.

Afortunadamente todavía quedan algunos cuidadores que con sus últimas energías quieren tomar un segundo aire para rescatar el parque y el lago Marsella. Estas voces reclamantes han logrado hacerse acompañar del Colectivo Mesunos.Org, una organización que agrupa asociaciones que trabajan por la cultura y el medioambiente.

El problema y su solución no solo es responsabilidad de los residentes del barrio Marsella, de los amigos del lago, y ahora del Colectivo Mesunos.Org. Es una tarea de todos. Por eso la invitación a los residentes del municipio de La Mesa para que se sumen en esta misión de rescate del parque lago de Marsella.

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Una solicitud respetuosa al alcalde, Humberto Segura Barragán, para que ponga su atención a la problemática descrita y eche mano de su competencia para ayudar a la comunidad que quiere salvar su patrimonio ecológico, paisajístico y recreativo.

Este sería un acto que exaltaría al alcalde como un defensor del medio ambiente, promotor de la calidad de vida de sus habitantes, y lo mostraría como autoridad consecuente y congruente con su estrategia de promocionar al municipio de la Mesa como un destino turístico.

La CAR tampoco puede tener oídos sordos ante esta situación. La problemática del parque y de sus lagos, podría ocupar gran parte de la actividad misional de la Corporación: de una parte, está la moribunda quebrada La Carbonera, que le tributa aguas al lago Marsella; los ductos de alcantarillas que impunemente vierten sus aguas a la moribunda Carbonera, cada día se incrementan; la flora del parque está agónica y el hábitat cada día más deteriorado.

Aguas del Tequendama también tendrá mucho que aportar a la solución de esta problemática, no solo como respuesta de su gestión misional, sino también, como expresión de su responsabilidad social y medioambiental.

La Laguna de Guatavita, la laguna de Pedro Palo, seguramente ya superaron crisis similares a las que hoy afecta al parque Lagos de Marsella. Ambas tienen la protección que otorga la condición de reserva forestal. Auguramos que un destino similar debe venir, como hada salvadora y protectora, para el parque y el lago Marsella. Ojalá en un esfuerzo compartido de ciudadanía y Estado.

Seguramente la fuerza ciudadana que se está fortaleciendo logrará que el parque vuelva a tener árboles sanos, prados bien cuidados, visitantes educados y respetuosos del ambiente que disfrutan relajadamente de un lago con aguas limpias, donde viven especies vivas y agradecidas del cambio de actitud del ser humano.


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