Poco a poco el país ha ido despertando y así como suele pasar cuando te despiertas de una pesadilla, el despertar no es para nada agradable; lo haces con un sudor frío recorriendo tu cuerpo, temblando, con el corazón agitado y un nudo en la garganta.
Progresivamente las caretas de nuestros «líderes» políticos han ido cayendo y dejando al descubierto la hediondez de su verdadero rostro y el mal aliento de sus palabras; la boca les huele a muerte.
Y es que hay que ser un verdadero demonio para justificar y alentar la violencia hacia un ser humano, desde la comodidad de sus mansiones, trinando con una mano y sosteniendo el vaso de wiski con la otra.
Pero si algo ha traído las redes sociales y el mundo digital es la facilidad para dejar al descubierto muchas de sus acciones presentes y opiniones del pasado que regresan de la tumba para atormentar su doble moral.
La verdad no puedo ocultar mi satisfacción al ver como van pelando el cobre y se van desbaratando sus planes de dominación, esclavitud y miseria. Como se les van cayendo sus avionetas y sus fincas repletas de «polvo de calavera».
Ahora mas que nunca se hace necesario acabar con este sistema político podrido por la corrupción, que maquilla la barbarie de sus acciones con eufemismos, como si un bollo de mierda dejara de serlo por rociarlo con perfume francés.
Se hace urgente rescatar la verdadera democracia, la que nace con los valores y principios impresos en la infancia, la que crece desde la acción comunal y el servicio social transparente y honesto, una donde los elegidos en las urnas no sean los que más verborrea escupan o tamales, tejas y plata entreguen.
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Sino aquellos que demuestren las huellas de sus acciones, aquellos lideres que inspiran a los demás a ser mejores seres humanos, a capacitarse y servir sin intensiones ocultas o intereses personales más allá de la satisfacción de haber ayudado a cambiar vidas.
Porque mi querido líder político, de nada sirve orarle a la Virgen del Carmen y a la de Chiquinquirá, si no entendiste el verdadero significado del servicio a los demás, y terminas siendo el hipócrita que pide al Padre para que perdone tus ofensas, cuando en realidad tu no perdonas, sino al contrario, ordenas y justificas la violencia contra tus semejantes.
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Destila resentimiento, frustracion, rencor, envidia. El que utiliza la vulgatidad, grosería y epítetos es que no tiene argumentos ni respeto por los demás. De soluciones, formulas de arreglo, caminos de reconciliación y planes de desarrollo y cambio.
Gracias Don Ángel por su comentario, lo importante es siempre poder opinar mientras se nos conserve ese derecho.
Creo que el internet a motivado a la gente a que se haga justicia haciendo uso de la comunicación informal. De ahí que los líderes o la dirigencia política invierta más en su imagen que en gobernar. La pandemia y el monopolio de los medios de comunicación han servido para controlar la opinión pública cada vez más reaccionaria, así como la indiferencia para polarizar el debate. Tener a la gente encerrada bajo el terrorismo de Estado.
Me parece que llamar a cada cosa por lo que es, – cual el autor hace en el escrito -, no constituye groseria.
El escrito si es propositivo, invita a elegir líderes que hayan mostrado acciones sociales, con valores impresos desde la infancia, transparentes en su labor.
De todas firmas es la verdad de momento sentida y expresada por el autor, que sacude la verdad de cada lector.