Si buscas “éxito” en el buscador de imágenes de Google, te darás cuenta que hay una imagen recurrente en sus resultados y es la de personas en la cima de una montaña.
Puede que no te hayas dado cuenta, pero las cimas de las montañas siempre han estado en el imaginario colectivo como aquél lugar que representa el destino a donde queremos llegar.
Quizá tiene que ver con el origen de la civilización humana, en el que deseábamos alcanzar a los dioses y ser parte de su mundo perfecto. Aunque lo más alto que podíamos llegar al estirar los brazos e intentar alcanzarlos, era la cima de una gran montaña.
Hoy en día el alcanzar la cima sigue representando el alcanzar nuestros sueños y objetivos, sin importar lo difícil que sea la subida, sin importar cuantas veces te quedes atascado a mitad de camino y sin saber cuál será el siguiente paso.
¿Cómo la escalada es una metáfora de la vida?
Desde mi punto de vista, los deportes de montaña reflejan a la perfección nuestra vida.
Cada vez que deseamos emprender algo, un negocio, un viaje, un empleo o una relación, pretendemos mirar más allá, hacia el futuro, nos imaginamos cuál será el momento culmen de este sueño, el final feliz, la cima.
Y durante el proceso nos enfrentamos a todo tipo de obstáculos, miedos y limitaciones que nos hacen dudar si renunciar o enfrentarnos a las adversidades y alcanzar nuestros objetivos.
Es igual cuando escalas una montaña. En un principio estás abajo, mirando hacia arriba con un montón de expectativas y voces en tu cabeza diciéndote:
– ¡Está muy alto!
– De lejos no se veía tan alto.
– Pero yo se que puedo.
– ¿Y qué pasa si no?
– ¿Me puedo regresar?
– ¡Vale! ¡hagámoslo! ¡subamos!
Y empiezas a subir poco a poco, los primeros pasos los das con miedo, mirando muy bien donde vas a apoyar el pie y de donde vas a agarrar tu mano.
Pero subes y cada paso te acerca más a la cima, aunque no la veas.
Cada vez subes más y más y el suelo se va alejando y lo que antes tenías a vista, ahora lo ves más alejado y pequeño.
Y recuerdas la famosa frase que dice “si no miras abajo, no pasará nada”, pero igual miras y un escalofrío recorre todo tu cuerpo.
Es ahora cuando todo tu cuerpo se entumece, las piernas te empiezan a temblar y los brazos a flaquear.
Piensas que lo mejor es regresar, sin importar que vayas a mitad de camino o próximo a llegar a la cima. Tu mente te dice: ¡regresa!
Durante un momento tu mente se enfrenta a tu corazón. Tu mente tiene miedo de lo que podrá pasar, pero tu corazón que es el fuerte, solo siente lo que podrá lograr.
La satisfacción al logro conseguido, la euforia de estar arriba, de haber enfrentado los miedos y bloqueos y de estar allí, en la cima de todo.
Y entonces sigues subiendo y te enfrentas a tus limitaciones y callas esa voces que te dicen una y otra vez ¡NO PUEDES! ¡NO ERES CAPAZ!
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Y cuando por fin llegas a la cima te das cuenta que los miedos, solo eran eso; miedos. Ilusiones creadas en tu cabeza que solo podían hacerte daño si tu se lo permitías. Lo real es lo que sientes, la euforia, el orgullo en ti mismo por tu fuerza y perseverancia.
Solo después de contemplar tu mundo desde ese punto vista, recuerdas que estás a mitad de camino.
Ahora tienes que regresar.
Regresas para contar tu experiencia, lo que sentiste, lo que aprendiste, el miedo que tuviste y cómo lo enfrentaste.
Pero sobre todo regresas porque tu misión es la de volver a subir, pero ahora con alguien más.
La montaña es una metáfora de la vida
A partir de este punto, deseo manifestar mi opinión personal sobre cómo debería ser la vida de las personas, tú decides si resonar con ella o no.
Aunque no soy un montañista experimentado, si he podido vivir la montaña de cerca, sentirla y ascenderla de forma tal que pueda enfrentar mis propias limitaciones.
Y entendí que lo importante no es ser un Alpinista de la vida, sino un Sherpa.
Ser aquella persona que habiendo subido y bajado, tenga el deseo de ayudar a otras personas a subir, a empujarlas a enfrentarse a sí mismas, a sus limitaciones, miedos y bloqueos, para poderse liberar de ellos y así aportarle mas valor a la humanidad.
Por: Julián Socha
Las columnas de opinión no representan necesariamente la opinión editorial de Mesunos.Org
Lá vida es también un sube y baja y en las bajas aprendemos que volver a intentar y llegar es muy valioso. Premio para los que persisten.