Una apropiación sinigual en el ámbito académico recorre los pasillos de las universidades públicas del país.
Aquellos escenarios de reflexión, emancipación y lucha colectiva han dado paso al modelo clientelista de la economía, en el que los estudiantes son tratados como mercancía individual.
De lejos la ciencia ha sido tapada con el velo de la ideología contrahegemónica, en donde todo lo que está arriba está mal; tal subversión de los ideales son la manifestación reaccionaria de los sentimientos de inconformidad e insatisfacción con el modelo.
Curiosamente los educadores y los educandos han sido entendidos como parte del mismo sistema, aunque los primeros nunca han dejado de ser agentes de ese sistema evaluativo sobre el que los educandos ponen todas sus esperanzas para acceder al saber.
La ideología reaccionaria, reemplazando a los enunciados de ciencia, ofrecen la posibilidad de entender los problemas del país sin explicar el contexto, la pasión se apodera de la razón, convirtiéndose en una camarilla de opiniones de la que no se propone nada.
Si bien los jóvenes de hoy día no son aquellos de la séptima papeleta que incidieron en la constitución del 91. Han tenido la posibilidad de la interacción virtual con la que expresan esa inconformidad con el Estado.
El papel de las universidades públicas fue la de dar la posibilidad del saber sobre los sentimientos y no sobre los hechos. De esta manera la curiosidad de los jóvenes se vio truncada por la pared de la domesticación.
Este carácter ambivalente de la educación publica transforma la investigación en una economía extractivista, en el que la investigación, con pocas herramientas teóricas, solo sirve para el éxito personal, de ahí el inconformismo con el Estado.
De ahí las afamadas reelecciones de rectores y vacas sagradas de la enseñanza que prometen a los estudiantes de primer semestre toda novedad.
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El adoctrinamiento que se hace de los jóvenes por parte de una cultura política arcaica que odia la libidinosidad, se debe a su invisibilización histórica.
Desde la Roma antigua los jóvenes entraban en el rango del /Populos/. Una categoría que señalaba a los jóvenes solamente como aquellos que tenían la capacidad para portar un arma.
Por tal razón existe esa desazón con los jóvenes, a la vieja cultura política les choca los jóvenes, le temen a su libidinal y su erotismo, a su fuerza.
En el plano de la opinión pública cuando se abrió el espacio del debate político en las universidades pública se consintió a los jóvenes para que participaran, pero el modelo clientelista no los pudo esperar más.
Le cerraron las puertas a la protesta por tal razón la protesta fue tan desorganizada, concentrándose en puntos focales de las ciudades.
Lo que hizo la universidad pública fue traer un panel de expertos para dar opiniones, con base en un diletantismo filosófico, según el criterio, algo que no sirvió de mucho para apoyar un movimiento social joven, organizado y que en vez de la violencia desmedida fuera mas popular para el resto de la población colombiana.
Los medios de comunicación se dedicaron a deslegitimarla y las universidades publicas del estado con tan solo cerrar las puertas fundaron el totalitarismo, que aun los jóvenes no ven, en una especie de caverna al estilo matrix.
Es importante que los jóvenes se den cuenta de que estas instituciones clientelistas son del Estado, por lo que hay que luchar también contra ellas y proponer una representación per sé que no solo legitime la protesta, sino que sea más estratégica e independiente de los agentes y los actores políticos tradicionales.
Por:
Luis Alberto Tapias
Antropólogo – Concejero de cultura de La Mesa, Cundinamarca
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Los jóvenes universitarios tienen una gran oportunidad y resposabilidad para monitorear la efectividad de la autonomía universitaria al servicio del conocimiento y de los estudiantes. Se espera que como resultado de estas protestas muchos más jóvenes puedan acceder a carreras que el permita ingresar al mercado productivo y creativo del país. Necesitamos que la fuga de cerebros que se han ido a buscar mejores oportunidades, regresen sabiendo que hay unas condiciones favorables para seguir creciendo profesionalmente y animar a otros profesionales a seguir caminos ya explorados que conducen a mejorar la inventiva científica que nos acerquen a los estándares de Coreal del Sur.
Excelente columna, entiendo que la Universidad, no sólo publica sino privada también, reproduce la ideología del poder y los mecanismos de perpetuación de ese poder. En la actual coyuntura Colombiana de decadencia del centenario poder de las élites se quiere acentuar más este propósito, pero las ciudadanías que han reconocinido su papel histórico han desbordado el molde del pensamiento oficial y están reconstruyendo su identidad no en las aulas sino en las estructuras sociales amplias que se funden y se reconstruyen. El nuevo conocimiento debe replantear un nuevo relato histórico a partir de la cultura, la ciencia y el imaginario de esas comunidades que resistieron y conservaron la verdadera nación Colombiana.